El maíz, así como todos los vegetales, tiene sus células revestidas por celulosa. Lo que sucede es que el aparato digestivo de los seres humanos no logra digerir la celulosa. De este modo, la cáscara del maíz no tiene las moléculas de su cáscara rotas por las enzimas del cuerpo. Eso también se produce con las cáscaras del poroto, arveja, lenteja, granos en general, y con las hojas (lechugas, rúculas) o cualquier parte de los vegetales compuestas por celulosa.
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